Estamos viviendo unos momentos excepcionales, el país , el mundo están paralizados. Las empresas que no son primarias están cerrando, haciendo expedientes de empleo. Los empresarios están aterrados, los mercados se hunden. Ya vivimos hace poco otra profunda crisis y todavía no nos hemos recuperado, esa crisis ya nos dejó traumatizados como sociedad. Esta crisis parece aún más grave, ya que nos afecta de manera personal e individual y el pánico nos paraliza a todos los niveles.
Tenemos que tener en cuenta que estamos encarcelados, con nuestros efectos personales, pero encerrados al fin y al cabo. Y puede que parte de nuestra familia esté incluso en otro país y aunque esté en este, no nos podemos ver. Esta crisis nos ha quitado además el consuelo del abrazo de los seres queridos, la cercanía.
Este encierro que estamos viviendo, y que seguro se prolongará, como ya nos han anunciado, nos está causando distintos síntomas psicológicos que se agravarán si no sabemos manejarlos y entenderlos.
Voy a intentar describir algunos de los síntomas que estamos viviendo a nivel personal, para ver qué podemos hacer para combatirlos y luego intentaré hacerlo a nivel empresarial.
Se crea una sensación de deshumanización y falta de libertad, donde se pone a prueba nuestra identidad, como todos los animales, necesitamos movernos y ahora estamos restringido
En primer lugar, el sentimiento de falta de control. Estamos frente a un enemigo que desconocemos, del que no sabemos cuándo nos puede atacar, nuestros seres queridos corren peligro, no sabemos si estamos infectados, algunas personas han perdido ya a familiares cercanos. Nuestros antepasados no entendían qué ocurría cuando tronaba, vivían en una constante vigilancia del entorno, de la que dependía su vida. De alguna manera, volvemos a vivir esa situación de alerta que llevamos en los genes, pero no podemos salir corriendo para evitarlo así que se producen somatizaciones o conductas acumulativas (desaparece el papel higiénico de los supermercados).
Esta incertidumbre produce una tremenda ansiedad, también de sentimiento de fragilidad. Además del miedo a enfermar nosotros, está el miedo a contagiar a nuestros seres queridos. Se observan conductas de evitación social y ocasionalmente de rechazo, con la ansiedad añadida que esto produce.
Algunas personas describen cierta sensación de apatía, como que no les apetece hacer nada, precedido normalmente de un sentimiento de impotencia.
La apatía es la puerta de la depresión, tenemos que estar muy vigilantes con este síntoma y obligarnos a nosotros mismos a seguir tratando de mantener una rutina diaria. Más tarde daré algunos consejos para combatir estos síntomas.
Se crea una sensación de deshumanización y falta de libertad, donde se pone a prueba nuestra identidad, como todos los animales, necesitamos movernos y ahora estamos restringidos. Nuestra identidad no sólo se construye con nuestras particulares experiencias sino también en las relaciones sociales Recordemos que el hombre es un “animal” social y que precisamente ha evolucionado a lo largo de la historia gracias a la interacción social y trabajo en equipo con sus congéneres. Y eso también lo tenemos limitado. Nuestra identidad, en una parte fundamental de nosotros mismos y se construye con lo que hacemos y cómo invertimos nuestro tiempo.
Si a un animal en libertad lo confinamos, pasado un tiempo va a tener ciertos síntomas, como manifestación de algún tipo de trastorno psicosomático; por ejemplo, si es un perro se le cae el pelo, etc.
Los trastornos psicosomáticos son aquellos en los que las emociones pasan al cuerpo directamente, sin pasar por la mente para poderlo elaborar. Es como cuando te dan un disgusto y te resfrías. Cuanto más seamos capaces de ser conscientes de nuestras emociones, menos éstas nos pasarán al cuerpo.
En estos tiempos de incertidumbre, transmitir al cliente cercanía y seguridad será esencial para las empresas. El ser humano necesita, más aún en estos momentos, certidumbres. Hacer un buen plan de comunicación que transmita una imagen de solidez y cercanía.
Si no nos movemos tendremos estreñimiento y pérdida de musculatura, dormiremos mal a medida que abandonemos los hábitos saludables.
A lo largo de estos días, todos tendremos momentos de ansiedad, frustración, impotencia y mal humor pero siendo conscientes de cómo nos sentimos, la gestión de estas emociones se puede hacer más fácil.
Va a ser fácil que surjan chispazos con las personas que convivimos, será conveniente evitar que se produzcan incendios.
Con una serie de medidas de control, podremos atenuar las consecuencias de este indeseado confinamiento:
- El orden y la disciplina: levantarnos a la misma hora, llevar una agenda de actividades a lo largo del día. Esta agenda debe incluir tanto el ejercicio físico como el mental.
- Ejercicio físico: tendríamos que hacer cada día una hora de ejercicio, que incluya movimiento aeróbico, dos veces al día, por ejemplo o un rato cada hora y pico. El ejercicio físico incrementa el riego cerebral y articular, mejora el ánimo por la producción de dopamina y serotonina.
- Ejercicio mental: el aprendizaje proporciona protección a nuestra barrera emocional contra la adversidad. Nos motiva, un ser humano sin objetivos, sin retos se deprime. Aprovecha este momento para aprender aquello que te motiva, algo nuevo y que constituya un reto. También leer novelas que te evadan de la realidad puede ayudar, sin caer en la facilidad de la televisión.
- Relaciones significativas: aprovechar el tiempo que ahora tenemos para llamar a la familia y amigos. Volver a tener contacto con esos amigos que hace tiempo que no llamas y que tanto te han aportado en su momento.
- El humor: es la herramienta más potente que existe para subir el ánimo. Intentar mantenerlo es fundamental en esta época y siendo españoles, lo llevamos en la sangre.
- Sentimientos de comunidad: eso de salir a aplaudir al balcón nos ayuda a sentirnos dentro de una comunidad, nos apoyamos unos a otros.
- Altruismo y agradecimiento: agradecer a los profesionales sanitarios, militares, agricultores, toda esa gente que está trabajando para cuidarnos. Ayudar, realizar alguna actividad altruista, simplemente pensar que nuestro aislamiento beneficia a la comunidad. Ambos producen un bienestar automático, viviéndose como una recompensa.
- Parada de pensamiento: cuando empecemos a sentir emociones negativas o pensamientos catastrofistas, pensar “¡Basta!”. Pensar en recuerdos felices, situaciones que nos hicieron reír , recordar lo que sí tenemos en vez de lo que no tenemos. Evitar mirar demasiado las noticias, cada vez mas desalentadoras.
Viktor Frankl escribía: “cuando todas las metas han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es la última de las libertades humanas: la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.
A nivel empresarial. La empresa es un yo agrandado con muchísima complejidad, unión de muchas individualidades y un techo común. Y con características diferentes en cada sector, cosa que entre todos tendremos que investigar.
En primer lugar, al no vernos en la oficina, estar juntos, el peligro de desconexión es grande. Con desconexión me refiero a la falta de apego, carencias en la coordinación o el trabajo en equipo, sentimiento de soledad, aislamiento. En cuanto al apego, somos mamíferos, por muy eficaces que sean las técnicas de comunicación on-line, los humanos necesitamos el contacto, la proximidad. Hay un experimento clásico de Harlow donde los monitos preferían arrimarse a una estructura con piel que a otra sin piel que sólo les proporcionaba alimento. Como dice un sabio refrán castellano: el roce hace el cariño.
Si en la mayoría de las empresas, suele haber carencias en la cohesión grupal, lo normal es que el trabajo en remoto lo complique aún más.
En segundo lugar, los trabajadores de la empresa pueden sufrir los efectos del confinamiento, y si dentro de esos efectos está el miedo, la incertidumbre, puede conducir a la depresión y la operatividad se verá sin duda afectada.
La incertidumbre empresarial aumenta aún más la ansiedad y el pánico, por lo que la creatividad se ve anulada. La creatividad es lo que nos da la capacidad para buscar salidas a las situaciones difíciles. Si las empresas se quedan paralizadas, en modo pánico, pierden la capacidad de reacción, se queda en stand-by. O la contraparte de la parálisis que es la tempestad de movimientos.
Por tanto, en estos tiempos de incertidumbre, transmitir al cliente cercanía y seguridad será esencial para las empresas. El ser humano necesita, más aún en estos momentos, certidumbres. Hacer un buen plan de comunicación que transmita una imagen de solidez y cercanía.
Hacer video llamadas en las que se vea nuestra cara, llamar a nuestros clientes para interesarnos por su salud y la de sus familiares, les va a fidelizar y estrechar sus vínculos con nosotros y nuestra empresa.
Por Ana Heras Piedrabuena .Consultora de RRHH y formadora de Proa Comunicación