7 claves para prevenir el desgaste en la abogacía

La psicóloga Mónica García describe en un articulo publicado en Economist&Jurist los síntomas del desgaste profesional en la abogacía y cómo prevenirlo                                                     

Si bien todas las profesiones tienen un cierto nivel de presión, el abogado cuenta con factores extras que hacen que se requiera un nivel de estrés mayor para realizar el trabajo.

Los plazos inamovibles, la presión por ganar el caso o conseguir el mejor resultado para tu cliente, el impacto de este resultado en la vida del cliente, seguir procedimientos sin olvidarte de nada, crear una estrategia adecuada y anticiparte a las estrategias del lado opuesto, así como estar al día de los cambios en la jurisprudencia, son sólo algunos de los elementos presentes en el ejercicio de la abogacía.

Además, el abogado tiene que conseguir equilibrar la empatía con la objetividad y ser capaz de estar en situaciones de enfrentamiento y conflicto, que de por sí ya son estresantes para cualquiera, prácticamente a diario.

El resultado es un nivel de estrés elevado, que en sí mismo no tiene por qué ser perjudicial, pero que no gestionado en el día a día, puede llegar a producir un gran desgaste profesional y manifestarse en ansiedad, irritabilidad, ira, impaciencia e incluso resentimiento hacia otros.

La trampa

El gran peligro dentro de la abogacía es que, se da por hecho que este trabajo es estresante y el abogado se resigna ante este hecho: “El trabajo es así y tienes que vivir con ello. No te queda otro remedio”.

Es entonces la resignación, y no la naturaleza intensa y estresante del trabajo de abogacía, lo que se convierte en tóxico, ya que nos convierte en agentes pasivos frente a las circunstancias del trabajo.

Así, una profesión que para muchos era su forma de contribuir con justicia y bienestar a la sociedad y a otros seres humanos, se convierte en su propia cárcel.

El estrés o las condiciones difíciles no son el problema. El problema es un nivel de estrés alto sostenido en el tiempo y sin gestionar, lo que lo hace peligroso.

La liberación por lo tanto reside en aceptar cuáles son las características del trabajo, pero no con resignación, sino con proactividad. Siendo consciente de tu propio nivel de estrés y poniendo en marcha las estrategias más adecuadas para mantenerlo en un nivel saludable y hacer así que tu trabajo sea sostenible, a la vez que satisfactorio.

Síntomas de desgaste en la abogacía

El primer paso para reducir el desgaste que produce un nivel de estrés alto sin gestionar es, ser conscientes de los síntomas. Los síntomas entonces se convertirán en alertas que llaman nuestra atención para que pongamos en marcha las estrategias de gestión del estrés.

El estrés no gestionado se va acumulando y la forma en la que se expresa o manifiesta dependerá de unas personas a otras.

A continuación, te ofrezco algunos de los síntomas más frecuentes que pueden estar indicando que es necesario poner medidas:

  • Irritabilidad tanto en el trabajo como en casa. Saltas a la primera, te molestan errores pequeños de otras personas y sientes que tienes poca paciencia para cualquier situación.
  • Desmotivación. Cada vez le ves menos sentido a lo que haces. No lo puedes hacer como quieres y además no crees que tenga el impacto positivo que tu deseas.
  • Quejas constantes sobre el sistema, la firma, los empleados, el futuro de la justicia, etc. Cada vez le ves más peros a todo lo que rodea tu trabajo.
  • Ganas de cambiar de profesión. No es lo que pensabas. O es más duro de lo que crees que puedes aguantar.
  • Tensión en las relaciones profesionales o personales que pueden llegar al conflicto activo.
  • Resentimiento hacia otros. No te sientes comprendido/a y en ocasiones llegas a sentirte solo ante la vida.
  • Excesivas dudas e inseguridad tanto en el trabajo como en cuestiones vitales. Desconfianza en uno mismo
  • Tristeza, depresión, desgana o cansancio continuo. Cada vez te cuesta más hacer tu trabajo y poner ilusión.
  • Desequilibrio grande entre la vida familiar y profesional.

Si observas algunos de estos síntomas, no te asustes, simplemente ponte al mando y recurre a alguna de las siguientes estrategias para gestionar el desgaste debido a un nivel de estrés excesivo sin gestionar.

Estrategias para gestionar el estrés dentro de la práctica de la abogacía: 

  1. Eliminar los plazos o fechas tope que no son realistas. Un abogado sobrecargado de trabajo muy probablemente esté haciendo planes difíciles de conseguir. Observa aquellas fechas que sí dependen de ti. Pon en tu agenda aquellas acciones que sepas que puedes realizar en el día. De esa manera al acabar el día tendrás la sensación de que has cumplido, que has avanzado y que te ha cundido el tiempo. De lo contrario, si pones más de lo que puedes hacer, por si acaso te da tiempo, terminarás cada día con la insatisfacción de ver acciones sin completar.

La insatisfacción al final del día, no solo crea malestar y afecta negativamente la confianza en nosotros mismos, sino que además no permite bajar el nivel de estrés y relajarnos más profundamente para ir a dormir.

  1. Plan de actualización. Las leyes cambian constantemente y parte de tu trabajo requiere mantenerte al día para poder aplicarlas de acuerdo a la última actualización y servir así de la mejor forma posible a tu cliente. Estos cambios continuos pueden dar la sensación de que no tienes control sobre ello y de que vas por detrás todo el rato.

Con el fin de crear una sensación de mayor control, crea un plan o estrategia de actualización e inclúyelo en tu agenda semanal. Es parte de tu trabajo, así que debería estar incluido tanto en tus funciones como en tu estimación de tiempo.

De esta manera tendrás una sensación de mayor control y de estar al día.

  1. Reconecta o ten presente el para qué.

El exceso e intensidad del trabajo puede hacer que te entres de lleno en la mecánica de este y olvides cual es el “para qué” de lo que haces. La razón por la que elegiste la abogacía y el beneficio que tu trabajo aporta a tus clientes. Las dificultades técnicas del trabajo y la presión hacen que quitemos el foco de lo que nos motiva. De ahí, que recordar el “para qué” del trabajo de abogacía nos puede ayudar a reconectar con estados de ánimo de mayor motivación y con la fuerza para continuar, a la vez que lo disfrutamos un poco más.

Lo que nos mueve y ayuda a despertar energía no es lo que hacemos, sino el “para qué” de lo que hacemos. Tenlo presente a diario.

  1. Pasa de la perfección a la excelencia

La perfección es un lugar fijo, rígido y específico que no permite fallos. La excelencia, sin embargo, considera el error como parte del camino y lo utiliza para la mejora en el futuro. En cada momento, solo podemos hacer lo mejor que podemos con la experiencia, conocimiento y tiempo que tenemos. Por supuesto que siempre podríamos hacer hecho más, si hubiéramos tenido más días, o más energía, pero no la teníamos. Una exigencia exagerada lleva a niveles de estrés muy elevados impidiendo que tengamos claridad mental para tomar decisiones. Algo que es primordial en el trabajo de la abogacía.

De ahí que si quieres ser excelente en lo que haces una de las herramientas es reducir el estrés siendo benevolente, que no indulgente, contigo mismo y apreciando los factores que intervienen en cada momento.

El camino de la excelencia es un camino que te hace cada vez mejor y hace que tu trabajo sea sostenible en el tiempo.

  1. Establece parámetros de satisfacción personal que sólo dependan de ti y que no dependan del resultado

Una de las fuentes de estrés es la insatisfacción de no haber realizado bien tu trabajo. En el caso de la abogacía tendemos a poner el foco única y exclusivamente en el resultado. Resultado en el que influyen aspectos que no dependen de nosotros. Si bien la justicia aspira a la objetividad, neutralidad e igualdad, hay un rango de interpretación amplio que no está en control del abogado por ejemplo.

De ahí que si sólo evaluamos nuestro trabajo por el resultado, experimentaremos nuestro trabajo con mayor estrés y viviremos un resultado negativo como un fracaso o un trabajo mal realizado.

En realidad, el trabajo ha podido estar a un nivel de profesionalidad y excelencia muy elevado y aún así el resultado puede ser negativo para el cliente.

Asegúrate de que tienes tu propio estándar de trabajo, aquello que si haces, sabes que te vas a sentir bien contigo mismo/a, porque sabes que has hecho todo lo que has podido, dado el tiempo, la experiencia y energía que tenías para hacer ese trabajo.

Solo tú puedes convertirte en un juez benevolente hacia ti mismo.

  1. Crea una alianza con los clientes para establecer cómo vais a funcionar

A la parte técnica del trabajo se le añaden las conversaciones con los clientes, para obtener información, pero también para acompañarle emocionalmente. Con frecuencia nos hacemos disponibles a cualquier hora: “Me puedes llamar cuando quieras, si lo necesitas”.

Esta estrategia le da el poder de tu tiempo al cliente, y te lo quita a ti. Recuerda que si tú no puedes hacer tu trabajo, de poco le sirves al cliente. Para darle lo mejor de ti, tú tienes que tener el mando de tu tiempo.

Crea unas pautas de funcionamiento, con horarios concretos donde puedes atenderles. Momentos en los que tu mente puede estar presente con ellos y no pensando en todo lo que tienes que hacer.

  1. Gestión física del estrés durante el día.

Ten en cuenta que el estrés tiene un componente fisiológico que se puede regular durante el día. No esperes al final del día para relajarte. Puedes utilizar las transiciones, de una actividad a otra o de un lugar a otro, para respirar conscientemente, traer tu mente al presente y soltar estrés.

La meditación o la respiración abdominal son prácticas que te pueden ayudar a gestionar el nivel de estrés e impedir que se te vaya acumulando.

Además, presta atención a las conversaciones que tienes con los compañeros de trabajo. Si vas a hacer un descanso, no hables de los casos que tienes entre manos o de todo lo que va mal. Estas conversaciones elevan el nivel de estrés, así que es preferible hablar de algo más cotidiano o lo mejor de todo, utilizar el humor para descargar antes de volver con las tareas.

CONCLUSIONES:

El desgaste en la profesión de la abogacía está muy ligado a un nivel alto de estrés que, por ser aceptado como algo normal, no gestionamos de forma intencionada. Esto hace que se vaya acumulando y manifestándose en formas nocivas para el abogado y sus relaciones, tanto familiares como profesionales.

Con el fin de reducir el desgaste y realizar el trabajo desde la excelencia es necesario implementar estrategias de gestión del estrés que potenciarán la calidad mental y salud física y emocional del abogado, haciendo que su trabajo sea más satisfactorio y sostenible.

¿Quieres saber si sufres desgaste profesional? Pincha aquí y lo comprobarás 

Por Mónica García, coach de liderazgo personal y profesional, fundadora de El Factor Humano.

 

 

 

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